Más de la mitad de los beneficios que obtienen las películas de Hollywood de mayor recaudación de la última década provienen de sus versiones traducidas (subtituladas o dobladas) o accesibles (subtítulos para persona sordas o con discapacidad auditiva o audiodescripción para persona ciegas). A pesar de ello, solamente se destina entre un 0.01% y un 0.1% de sus presupuestos a la traducción y accesibilidad. Relegados a la fase de distribución, como si se tratase de un paso tardío y secundario del proceso de creación cinematográfica, los traductores ejercen su profesión en un plazo de tiempo muy reducido, con una remuneración baja y sin poder acceder al equipo que toma las decisiones creativas de la producción cinematográfica. Consecuentemente, cineastas de renombre como Ken Loach o Quentin Tarantino denuncian que este modelo distorsiona la visión que el cineasta tiene de su película y, lo que todavía es más preocupante, no se es siempre consciente de ello.

La producción cinematográfica accesible pretende integrar la traducción audiovisual y la accesibilidad en el proceso de producción cinematográfica, lo que requiere la colaboración entre el traductor y el equipo creativo de la película. Dicho de otro modo, la producción cinematográfica accesible consiste en tener en cuenta la traducción y/o la accesibilidad durante la producción de contenidos audiovisuales (mediante la colaboración del equipo creativo y el traductor) para permitir el acceso al contenido a aquellas personas que de otro modo no pueden acceder correctamente al contenido en su versión original. La producción cinematográfica accesible no pretende comprometer la visión del cineasta ni poner límites a su libertad creativa, más bien se trata de lo contrario, puesto que ofrece múltiples posibilidades a los cineastas para que puedan tomar decisiones que determinen la naturaleza y recepción de las versiones traducidas/accesibles al tiempo que les ayuda a ver sus películas con otros ojos.

La producción cinematográfica accesible no requiere mucho tiempo ni es cara. Es rentable desde el punto de vista económico, dado que permite que la producción llegue a un número de espectadores mayor y más diverso. Proporciona mejores condiciones de trabajo a los traductores y expertos en accesibilidad a los medios, cuya remuneración puede formar parte del presupuesto principal de la película. Además, por primera vez, traductores y expertos en accesibilidad a los medios tienen la oportunidad de formar parte de un equipo al que se le puede hacer consultas y con el que se puede compartir las decisiones que se toman. La producción cinematográfica accesible, sobre todo, es de sentido común. Al igual que ahora se da por supuesto que un baño para personas discapacitadas debe incluirse en el diseño inicial de un edificio y no en la fase final de construcción, llegará el momento en el que los cineastas, por defecto, realizarán películas no solo teniendo presentes a los espectadores de la versión original, sino también a los espectadores de las versiones traducidas y accesibles. Para entonces, la producción cinematográfica accesible será quizás lo normal, en vez de una práctica poco ortodoxa, y ya no será necesario defender lo que aquí defendemos.

En GALMA nos ocupamos de la investigación, la formación y la práctica profesional de la producción cinematográfica accesible, lo que incluye proyectos, publicaciones, talleres, cursos. Proporcionamos, además, versiones traducidas y accesibles atendiendo al modelo de producción cinematográfica accesible.


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